domingo, 8 de mayo de 2011

La leyenda del Fantasma de Torreciega

La Torreciega es un momumento funerario romano del siglo I a.C., situado en Cartagena en el entorno de una necrópolis, junto a la antigua Via que comunicaba Carthago Nova con Tarraco, las dos grandes urbes romanas del Mediterráneo español. Se trata de una torre de planta cuadrangular que presenta un zócalo construido mediante tres hileras de bloques calizos, perfectamente escuadrados y rematados con una moldura, si bien el cuerpo superior del monumento no se conserva. Albergó los restos, entre otros, de Tito Didio, procónsul de la Hispania Citerior.

EL FANTASMA DE LA TORRECIEGA

Nos dice la historia, que habiéndose firmado en 1243 el Tratado de Alcaraz, por el que el Reino Árabe de Murcia se convierte en Protectorado del Reino de Castilla, el arráez de Cartagena no aceptó dichas claúsulas de capitulación. Por este motivo el infante D.Alfonso (futuro Alfonso X "El Sabio") dispuso una operación militar con el apoyo de la flota castellana del Cantábrico, que en 1245 sometería la ciudad de Cartagena.

Y aquí empieza la leyenda. Este arráez era hombre rico y codicioso, por lo que al ver amenazada su situación, emprendió la huida con la ayuda de dos fieles esclavos, portando un rico tesoro. Al llegar al paraje de La Asomada divisó la Torreciega, determinándose a ocultar el tesoro enterrándolo con la referencia del monumento romano.

Para evitar delaciones dió muerte a los dos sirvientes que le habían ayudado a excavar y disfrazado con pobres ropajes huye hacia Cabo de Palos con la idea de embarcar. Pero descubierto por un pescador, es detenido por soldados de Castilla, quienes tras intentar en vano que hablara sobre sus riquezas, le dieron muerte.

La sangre de este arráez, marcó con un maleficio La Torreciega, de manera que durante muchos años los lugareños evitaban pasar por el lugar, especialmente en horas nocturnas, por temor a un fantasma que se decía rondaba por allí.

Todos menos el rico Antón, un acomodado labrador, que tenía una hermosa hija doncella de nombre Ana, por la que sentía adoración, al tiempo que se sentía irremediablemente atraido por el misterio que rondaba la Torreciega. La belleza de la hija de Antón, despertaba el interés de los pretendientes, especialmente de Juan "el artillero" así llamado por haber servido en las Galeras Reales, pero al que Antón consideraba inapropiado para su hija.

Una noche de luna llena, Antón se determinó a averiguar el secreto de La Torreciega y provisto de herramientas y un sordo farol se encaminó al lugar, comenzando a escavar alrededor.

En ello estaba cuando un blanco espectro le llamó por su nombre advirtiéndole: "No sigas, porque si aciertas a encontrar el tesoro, las alhajas se te volverán víboras". Recordando Antón todos los avisos de encantamiento comenzó a temblar, y viendo el espectro su arrepentimento le puso tres condiciones para liberarse del maleficio: Casar a su hija Ana con el primer mozo que llamase a su puerta, ofrecer diez libras de seda y nueve misas a la Virgen del Rosell, patrona de Cartagena y mantener alimentada una lamparilla de aceite junto al Jesús Nazareno que se veneraba en un rincón del barrio de pescadores de La Gomera, aceptando Antón todas estas condiciones.

Cuando a la mañana siguiente sonaron unos golpes en la puerta de su casa, se apresuró Antón hacia ella y abriéndola encontró a Juan "el artillero" que venía a negociar la venta de unas tierras.

Huelga decir que manteniendo su palabra, Antón dió su consentimiento a la boda de Ana y Juan y que desde entonces nadie jamás osó cavar junto a la Torreciega.

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